By Eduardo Samaniego, studying Constitutional Law and Education Policy and is currently Student Trustee at Hampshire College. English/Español
I came to the United States from Mexico in 2009, with a tourist visa which allowed me to stay for six months. But soon after my arrival, due to members of my family being deported and consequences that followed I became homeless. Unable to turn to other family members for shelter, I went from one friend to the other, staying on their couches one week and on floor the next. I felt hopeless and alone, and the only family that I knew were thousands of miles away. At one point, I slept on a comfortable couch inside of the printing room of my high school, where no one visited after hours. My friends soon alerted my teachers, and I was paired to stay with a loving family. Although my earliest experiences in the U.S. were rough, I turned it around over the next two years. I was working a full time job, I spoke English fluently, and was a high school senior with a 3.9 GPA. I was even elected Student Body President.
I refused to end my quest to attend college there. I knew there were more students like me, hungry for a higher education, but held back by their status. I became an activist in my community, and spent years chanting on the streets, leading protests and even going to jail protesting policies that targeted undocumented students. I also never stopped applying for schools, and was determined to find an education that embraced my potential despite my status. And then I found one: I received a letter of acceptance to Hampshire College, far from my new home in Georgia, with a full scholarship.
Few acknowledge that many universities rely on on undocumented immigrant labor. Moreover, undocumented immigrants pay local, state and federal taxes that help keep public universities running. It is shameful to realize that undocumented immigrants who came with a dream to this country, who helped construct prestigious universities from Ivy League schools to private colleges to public colleges such as the University of Georgia today, cannot see their sons and daughters get an education at the very institutions they built.
You can enjoy the food, the dance and the music of a community, but if you don’t stand with us and fight for us during hard times, you are not honoring our contributions or our experiences. Celebrating a community requires you to invest in it, to cultivate it, to carry it and to feel pain for it. There are few better ways to celebrate the Latino community than by advocating for access to education for all undocumented students.
Mi historia comenzó cuando vine a los Estados Unidos desde México en 2009, con una visa de turista que me permitió quedarme durante seis meses. Sin embargo, poco después de mi llegada, como resultado de deportaciones de mis familiares y eventos consecuentes me quede sin un lugar en donde vivir. No pude recurrir a otros miembros de mi familia en busca de refugio y fue asi como fui de un amigo a otro, durmiendo en sus sofás por una semana y en el piso de algún otro amigo la siguiente. Me sentía desesperado y solo, y la única familia que conocía, ahora estaban a miles de millas de distancia. Mi situación empeoró y eventualmente llego el dia en el que no tenía otro lugar a donde ir y tuve que dormir en un sofá en el interior de la sala de impresoras de mi escuela secundaria, donde nadie visitaba después de horas. Mis amigos se dieron cuenta y pronto alertaron a mis maestros, quienes al saber de mi situación encontraron una familia bondadosa quienes me ofrecieron refugio . A pesar de que mis primeras experiencias en los EE.UU. fueron ásperas y desafortunadas, poco a poco mi vida fue mejorando. Obtuve un trabaja de tiempo completo, aprendí a hablar Inglés con fluidez, y era un estudiante de secundaria con un promedio de 3.9, Incluso fui electo Presidente de la Asociación Estudiantil de North Cobb High School.
Aun así, me negué a poner fin a mi búsqueda para asistir a la universidad. Yo sabía que había más estudiantes como yo, merecedores de una educación superior, pero frenados por su estatus inmigratorio. Me convertí en un activista en mi comunidad, y pasé años organizando eventos y protestas, incluso fui a la cárcel protestando las políticas que prohíben a los estudiantes indocumentados el acceso a la universidad. También, nunca deje de mandar aplicaciones a universidades, yo estaba decidido a encontrar una puerta habiera. Eventualmente, después de no haber tenido hogar por un tiempo, después de poner el empeño para aprender ingles, después de haber sido rechazado múltiples veces y después de haber luchado por años, un día, finalmente recibí una carta por la que había esperado tanto, una carta de aceptación a la universidad de Hampshire, aunque lejos de mi hogar en Georgia, finalmente obtendrían la educación por la que había luchado tanto, la universidad de Hampshire me ofreció una beca completa.
Pocos reconocen que muchas universidades se basan en mano de obra de inmigrantes indocumentados para ser construidas. Por otra parte, los inmigrantes indocumentados pagan impuestos locales, estatales y federales que ayudan a mantener las universidades públicas y privadas. Es extremadamente injusto el reconocer que inmigrantes indocumentados vienen a este país, ayudan a construir universidades de prestigio desde las escuelas “Ivy League,” las universidades privadas y las universidades públicas como la Universidad de Georgia, para luego no poder ver a sus hijos e hijas recibir una educación en estos mismos colegios y universidades que con sus propias manos ellos ayudaron a construir.
Todos puede disfrutar de la comida, el baile y la música de la comunidad Latina, pero si no se unen a nosotros y luchan por nosotros durante los tiempos difíciles, no están honrando nuestras tradiciones, contribuciones, experiencias o nuestras vidas. Para celebrar una comunidad se requiere invertir en ella, se requiere cultivarla, se requiere luchar por ella y se requiere sentir el dolor de los miembros de esta comunidad. Hay muchas maneras de celebrar la comunidad Latinx pero pocas son mejores que el unirse a la batalla por el acceso a educación superior para todos los estudiantes indocumentados.